Propósito descabellado o muy simple el de encontrarla. Una palabra que no para de repetirse en películas, libros, y canciones escritas con ánimo de gritar a los cuatro vientos, FELICIDAD.
No puedo afirmar nada, pero seguro que para Pharrel Williams, la producción y desarrollo de su canción icónica no habrá sido todo coser, cantar y sonreír. Como todas las opiniones de un simple humano, seguro me puedo equivocar, replicarán que la producción de la canción “happy” fue todo felicidad. No creo que todo su equipo solo haya experimento esta emoción y no otras como la ira, el miedo o la tristeza.
Seguro que al conquistar el top de reproducciones, se hayan llenado los bolsillos de Pharrel Williams generándole, claramente para muchos, una enorme felicidad. Por otro lado, puede que la raíz de su felicidad radique en triunfar en su profesión, cosa que en su infancia solo había soñado. La felicidad se puede entender como algo subjetivo. Para mí la felicidad puede ser saltar a la comba con un pie y batir el record, para otro esta misma acción podría ser su peor tortura.
Recuerdo un documental llamado de “The game changers”, que trataba sobre la alimentación vegana o vegetariana en deportistas de elite. Este documental, intentaba replantear los paradigmas sobre la alimentación. Tomando como ejemplo, experiencias de deportistas de élite con dietas “plant based” que lograban, no solo desarrollar plenamente su actividad deportiva, sino romper records. Ya que este post no va sobre alimentación, guardare mis opiniones para otra oportunidad.
El documental, contaba con el testimonio de Scott Jurek, un corredor de ultramaratones estadounidense que había roto varios records. Entre sus logros estaba el record de velocidad en el Sendero de los Apalaches, 3.500km en 46 días, 8 horas y 7 minutos. Mi impresión al ver a este hombre corriendo a un paso suave, con su cuerpo con apenas grasa, era de asombro. Daba la sensación que sus huesos iban a romperse al dar un mal paso. Observándole me preguntaba contantemente, ¿Por qué? ¿para qué?. Me es ajeno el placer o autorrealización en correr durante 46 días. No sé cuál es el record de Forest Gump pero seguro no se queda atrás.
Este tipo de proezas, donde se tienen como propósito conseguir alguna felicidad, dejan claro que la felicidad debe ser algo subjetivo. Estoy seguro que Scoot Jurek y yo no llegamos las mismas emociones al correr durante 46 días. Algunos me tacharan de tonto por percibir que la felicidad está en el logro, más que en el solo hecho de correr.
Desde mi perspectiva, espero que Jurek tenga otro tipo de motivaciones para correr ultramaratones más que conseguir un chute final de dopamina al llegar a la meta. Esto le dejaría a la altura de cualquier adicto, persiguiendo una satisfacción instantánea.
Hay un concepto muy interesante que es el de la «adaptación hedónica”, esta se refiere a la capacidad de los seres humanos a adaptarse a situaciones buenas o malas. El concepto pone en el mismo lugar a los sucesos positivos y negativos, sucesos que generan un pico emocional que desciende hasta la adaptación.
Cuando compramos algo nuevo o un bien material deseado, al pasar el tiempo se vuelve a ese estado de insatisfacción o de simple cotidianidad, he ahí la adaptación hedónica. Según lo anterior, si nuestra felicidad depende de la consecución de logros ¿se consideraría del todo sano o sostenible depender de picos emocionales para regir nuestras vidas?.
No me gusta pensar que lo que anima a Scoot Jurek a pasar tantas horas corriendo es solo llegar a la meta, prefiero pensar que la una persona que rompe records recorriendo montañas a trote, encuentre la felicidad al poder ganarse la vida con su pasión. Veo en esa motivación una fuente mucho más sostenible de felicidad que solo intentar buscar satisfacciones instantáneas.
Esta pequeña reflexión deja un mar abierto de cuestiones sobre la búsqueda de la felicidad personal. Cuestiones que no pretendo resolver en un solo post, sino que espero seguir desarrollando en adelante en este blog, ya que es, en sí mismo, una parte de nuestra búsqueda de aventuras y viajes con el punto de mira siempre en la felicidad.
Terminado con alusiones cinéfilas, cabe recordar la popular “búsqueda de la felicidad” de Will Smith que algunos pueden malinterpretar su mensaje como una búsqueda de la riqueza monetaria. Esto se puede deber a que, en el inconsciente colectivo, el concepto de felicidad depende del dinero y no percibe la historia de unión padre e hijo en la superación de adversidades.
Me quedo con la moraleja de una película protagonizada por Simon Pegg “Héctor y el secreto de la felicidad” donde un siquiatra recorre el mundo buscando el secreto de la felicidad y finalmente (spoiler alert) llega a la conclusión de que cada experiencia es única y subjetiva, pero que todos tenemos la obligación a ser felices.